Las posibilidades de producir aguardiente y otras bebidas alcohólicas fuertes como vodka, whisky o ginebra son enormes y no hay límites para su creatividad. La calidad deseada del producto final está determinada por el tipo de materia prima utilizada. Puede utilizar una amplia gama de ingredientes a base de almidón o frutas azucaradas, lo que se adapte a sus gustos.

Dependiendo de los ingredientes iniciales que elija, el proceso comienza de forma diferente. Los materiales a base de almidón se trituran para activar la germinación y producir enzimas que transforman los almidones de los granos en azúcares fermentables. Las frutas, por otro lado, se trituran y se prensan para extraer su jugo.

Cuando se completa este paso, puede comenzar la fermentación. Simplemente agregando levadura, el azúcar se convierte en alcohol y CO₂.

Una vez que se ha producido suficiente alcohol, está listo para ser destilado. En el proceso de destilación, las fracciones líquidas deseadas se separan de las que no desea que terminen en su bebida.

Esta separación se produce debido a que los diferentes tipos de líquidos hierven a diferentes temperaturas. Los disolventes más volátiles, que se denominan "cabezas", se eliminan primero. Estas "cabezas" contienen aromas etéreos y sustancias como el metanol, que son perjudiciales para los humanos y, por lo tanto, deben desecharse. El tipo de alcohol que desea capturar es el alcohol etílico, que tiene un punto de ebullición de 78,37 °C (173,1 °F) y también se conoce como "corazón". Al final de la destilación, se desprenden las llamadas "colas". Las colas tienen cada vez menores cantidades de alcohol y mayores cantidades de aromas amargos, por lo que se desechan o se destilan nuevamente.